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Biografía de Carmen Aristegui

El periodismo, profesión con mucha adrenalina: Carmen Aristegui

por: Gerardo Israel Montes

 

Su padre prefirió reservarse las crudas experiencias de la guerra civil española. “No es que mi pa­dre haya optado totalmente (por ese silencio). Son pocas las anécdotas que ha narrado. Él era muy chico. Pasó una temporada en Francia, donde una familia lo recogió para salvarlo de los estragos de la guerra. Después llegó a México, cuan­do tenía cinco o seis años, tras de haber afrontado situaciones difíciles. Una de las escenas que él narra es cuando, junto a su madre y una prima, iban corriendo rumbo a un refugio (para protegerse de las bombas). Cuando llegaron al lugar ya solamente traían la mano de su prima.

  

Por eso ahora, la vida personal de Car­men Aristegui Flores gira entorno a su hijo Emilio, a su entorno familiar y el de sus amistades. De hecho su prioridad es tratar de “no robarles los espacios y el tiempo que merecen” para convivir con ellos, máxime cuando la “solidaridad familiar” ha sido parte esencial en su desarrollo individual.

  

Desde temprana edad esbozó lo que el futuro le deparaba: ser periodista. Resulta que hace algunos años, cuando revisaba papeles guardados, Carmen se encontró un cuaderno donde los niños plasman sus frases de despedida al salir de la primaria “Estado de Chiapas”. “Me encontré un mensaje de un muchachito que se llamaba Javier Miranda que me decía: ‘Ojalá se te cumplan tus deseos de ser periodista’. Yo creo que alguna vez, en determinada circunstancia, habré dicho que quería ser periodista, pero no puedo identificar y afirmar categórica­mente que desde entonces quería serlo”.

  

Durante su estancia en la secundaria (No. 59) fue buena estudiante. “Me iba bien en las calificaciones, no es presunción sino más bien descripción; no era ‘matadi­ta’, era más o menos responsable. La se­cundaria no fue una carga insostenible ni estresante; la viví con bastante holgura”.

  

También había tiempo para la di­versión: “Eso de las tareas escolares por más que eran una obligación, también eran una forma de diversión cuando nos juntábamos varios compañeros en una casa y la tarea terminaba siendo lo de menos”. Asimismo estaban los paseos con los amigos y uno que otra vez irse de “pinta”. ¿De novios? “Pues algunos, no simultáneos, pero algunos”.

  

A pesar de no ser muy apta para la física, su profesor de esa materia, Gre­gorio Ortega, fue uno de esos personajes que le dejaron “cosas para la vida, aun­que suene cursi”. Era una persona que “infundía la idea de la reflexión y que in­culcaba valores. Su tirada era exaltarnos a que nos preparamos para hacer algo productivo por la sociedad”.

  

La autoformación

Fue en el Colegio de Ciencias y Huma­nidades plantel Sur donde recibió una perspectiva muy diferente de la autofor­mación, debido a que el sistema educati­vo basado en “aprender a aprender” la alentó a investigar. “En mi paso por el CCH desarrollé un mayor gusto por la lectura y por el seguimiento de los me­dios de comunicación”.

  

También encontró otras opciones mu­sicales: Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat. Diferentes a las baladas en español que se transmitían por FM Glo­bo, estación de radio que se escuchaba en su casa. Estuvo alejada de las tentaciones del bachillerato: “No me dio por experimentar con drogas. En un lapso de mi estancia por el CCH, al igual que en otra etapa de mi vida, fume un poco. Pero no he sido muy de eso. La verdad es que estoy alejada de los vicios humanos (dice riendo). No es por puritana ni mucho menos. De vez en cuando tomo un tequila o una cerveza”.

  

A los 17 años, aún cursando el CCH, un maestro de secundaria le ayudó a conseguir trabajo en el despacho de contadores Ayala y Asociados. “Fue mi primer trabajo. Ingresé ahí porque ne­cesitaba ayudarme en mis estudios. Con una familia de siete hermanos el asunto (económico) no era fácil. Además, tam­bién lo hice para conseguir cierto grado de independencia. El horario era de me­dio tiempo y duré como dos años, pero esa no era la ruta que quería seguir”.

  

Dos años después, con tan sólo 19 años, se casó. “Firmé el acta de matrimo­nio y seguí todos los convencionalismos y me fui de mi casa. Fue una buena expe­riencia. Estuve casada como 10 años (sin haber procreado familia). La separación fue muy civilizada. De hecho conservo una buena amistad con mi ex marido; nos vemos de vez en cuando”. Ahora, en relación con una nueva propuesta de matrimonio dice: “Depende. No digo que no o sí”.

  

A esa misma edad ingresó a la uni­versidad. “El tema de la escuela siempre lo tuve claro. No sé si por sobresalir. A lo mejor por tener más herramientas para hacer cosas en la vida. En ese entonces los estímulos familiares eran más bien incursionar en proyectos menos compli­cados que lo universitario. Al principio mi mamá hubiera preferido una carrera corta, pensando en que sería más fácil encontrar un trabajo, pero decidí conti­nuar y no encontré ningún rechazo”.

  

La primera carrera que eligió tampo­co eran la ruta a seguir. “Inicialmente me inscribí en Sociología, creyendo que sería una opción profesional satisfactoria. Muy pronto me di cuenta de que no iba a ser así”. Mientras cursaba esta carrera se in­corporó como asistente en un grupo de trabajo de investigación del sindicalismo universitario, en donde también analizó otros movimientos sociales, situación que “seguramente me reforzó la idea de transi­tar por el ámbito de las ciencias sociales”.

  

Sin embargo, se percató “que le fal­taba mucha adrenalina al campo de la sociología. Por lo que decidí que el tema de las comunicaciones era mejor cami­no profesional”. En ese entonces era el tiempo del Consejo Estudiantil Universi­tario (CEU), que consiguió echar abajo la pretensión del entonces Rector Jorge Carpizo por elevar las cuotas. “Viví las asambleas estudiantiles, siguiendo de cerca los liderazgos. Yo no era una líder del asunto, simplemente una partícipe de la masa estudiantil. Pero esas experien­cias me hacían entender la importancia que significaban las transformaciones so­ciales y la incidencia de las personas en la política”.

  

En 1988 suspendió por cuatro me­ses sus estudios de comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Socia­les, movida por la sugerencia de Sergio Colmenero ––un profesor ya fallecido––, quien le dijo a sus alumnos: “Ustedes su­ponen que a la política se accede a través de los libros (pero no es así). Deberían de buscar una experiencia directa en los partidos políticos”.

  

Era el momento de las campañas electorales por la Presidencia de la Repú­blica. Su intención era ingresar al frente que encabezaba Cuauhtémoc Cárdenas, pero no lo logró. “En el PAN nos manda­ron por un tubo. Para un estudiantes era difícil ingresar sin una recomendación. Pero hubo chance de hacer una tarea en el área de propaganda del PRI, cuyo candidato era Carlos Salinas de Gorta­ri. Fue una buena experiencia que reco­mendaría a los profesores para que sus alumnos vean de cerca lo que acontece durante las campañas”.

  

“Me daba nervios”

Su incursión en el ámbito periodístico se dio paulatinamente. “No tenía preconce­bido estar al micrófono, ni siquiera me imaginaba en un noticiero. Hubo mucho de azar en mi llegada a la televisión. Un amigo mío de la facultad, Gabriel Esco­bedo, que trabajaba en Imevisión (ahora TV Azteca) me comentó de un proyecto radiofónico: Monitor Financiero. Era el tiempo del boom en la Bolsa de Valores. Necesitaban gente que estuviera en la redacción y elaborara reportajes. Fui a pedir trabajo y me lo dieron. Empecé haciendo varias funciones a la vez, como redactora y asistente de la producción”.

  

Su aparición en pantalla en ese pro­grama de economía y finanzas se dio por casualidad. Un día, por cuestiones de tráfico, no llegaron Efrén Flores ni Al­fonso Otero, los conductores del progra­ma. “Como era un programa en vivo el productor volteó a ver quién le salvaba la situación y me dijo: ‘Vas al aire’. Después de esa primera ocasión, que no fue tan catastrófica, porque yo conocía el guión, el productor me comentó: ‘Si te interesa seguir haciendo alguna conducción qué­date, y si alguno falta a lo mejor entras tú’. De vez en cuando entraba al aire, y por supuesto me daban nervios”.

  

Después tuvo la oportunidad de diri­gir una “sección chiquita” en ese mismo programa. “Daba los precios de las fru­tas y verduras de la Central de Abasto. Eran 40 segundos de duración. Pero con ello hice mis pininos en la conducción”.

  

Inicia la dupla informativa

En 1989 Javier Solórzano ini­ció un noticiero matutino en Ime­visión. La partici­pación de Car­men se dio en la sección de eco­nomía y finanzas. Tiempo después Tere Bermea, quien acompañaba a Solórzano en la conducción, dejó el programa. “Entonces me invi­tan a conducir con Javier cuestiones de información gene­ral. A mí me llegó de perlas esa opor­tunidad, porque ya estaba inquieta por hacer solamente cuestiones de eco­nomía y finanzas”.

  

En su estancia en Imevisión, Car­men y Javier vivie­ron distintas situa­ciones que ahora son anecdóticas. Entre ellas la referente a la censura. “Teníamos un director de noticias, de esos hechos para el puesto de censores a más no po­der. El guión del noticiero era patético, así que la información que difundíamos era muy mala. Sin embargo, Javier fue muy ingenioso. Por ejemplo, ideó el me­canismo de leer las ocho columnas de los periódicos durante el programa, sustitu­yendo la información de nuestro guión por la de los diarios.

  

Al final el noticiero terminó. “En la retrospectiva, creo que en aquellos años imperaba la autocensura. Había un có­digo brutal sobre lo que se podía decir y lo que no. Quienes hemos vivido en los medios los últimos 15 años, atestiguamos una evolución fantástica de libertades que antes no teníamos”.

  

A raíz de su participación en Monitor Financiero fue invitada a conducir Economía Cotidiana en Radio Educación, emisora que mantenía un convenio con el Colegio de Economistas, el cual creó ese programa. Luego de crearse la Comisión Nacional de Derechos Humanos, también en Ra­dio Educación se transmitió un programa para abordar esa temática, conducido por la periodista.

  

Después, Javier Solórzano la invitó a conducir junto con él un noticiero en FM Globo. Transcurrido el tiempo, Car­men recibió dos propuestas a la vez: una proveniente del IMER y la otra de Stereo Rey. Fue esta última opción la que eligió. El noticiero matutino estaba a cargo de Pedro Ferriz, mientras el vespertino era dirigido por Adriana Pérez Cañedo. Después de la salida de Adriana, Car­men pasó a ser la titular del noticiero de la tarde. Al poco tiempo Javier se incor­poró al equipo conduciendo el programa de la noche, dando así surgimiento a las tres emisiones del noticiero Para Empezar, el cual duró alrededor de 10 años. En este lapso Carmen y Javier participaron también en la emisión de Blanco y Negro, transmitido por Multivisión.

  

Ferríz de Con censurador

Vino entonces el proyecto en Grupo Ima­gen. “Fue un asunto novedoso para la ra­dio mexicana, donde como comunicado­res teníamos una presencia destacada en la configuración de la propia empresa. Era un diseño interesante donde partici­paban tres partes: un grupo de concesio­narios (la familia Fernández Prieto), otro de inversionistas (encabezado por Alfon­so Romo) y tres periodistas (Aristegui, Solórzano y Ferriz). Esa mezcla nos hizo a nosotros partícipes accionarios”.

  

Durante la negociación el grupo de periodistas logró que se incorporaran en el contrato y en el convenio accionario un código de ética que les garantizara su independencia y autonomía editorial. El proyecto iba funcionando bien, incluso llegó a extenderse a la televisión a través de la coproducción entre Grupo Imagen y Televisa para transmitir el programa de análisis y reportajes Círculo Rojo, el cual dio puntual seguimiento a los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, y abordó asuntos poco tratados en los medios de comunicación mexicanos, como las acu­saciones contra el guía moral de los Le­gionarios de Cristo, padre Marcial Ma­ciel por violaciones sexuales.

  

De hecho, la emisión del programa que abordó las sospechas en torno al lí­der de los Legionarios de Cristo cimbró el esquema acordado en Grupo Imagen. Molesto, Pedro Ferriz intentó coartar la libertad editorial de Carmen y de Ja­vier. “Lo de menos era (Ferriz de Con), lo de más era Alfonso Romo, quien era el financiero. Hubo una discusión muy seria por haber transmitido ese progra­ma, lo cual derivó en una confrontación. El Consejo de Administración de Imagen–alentado por Pedro Ferriz– quiso cam­biar unilateralmente las reglas del juego editorial, pretendiendo homogenizar los criterios editoriales, un poco la idea del pensamiento único, con la intención de evitar los excesos de libertad en los espa­cios informativos.

  

“Eso era inaceptable para Javier y para mí. El código de ética era muy claro en el sentido de que cada uno de los comunica­dores tenía autonomía en sus decisiones editoriales. Precisamente esa era la oferta de Imagen. Después se nombró al conductor de la mañana como vicepresidente de no­ticias. Se le encomendó que, bajo su propia óptica, dirigiera los demás espacios noti­ciosos y nos dictara los criterios editoriales. Ahí se rompió la relación. Para nosotros era inaceptable que ese señor nos marcara lo que teníamos que decir”.

  

Derivado de ese programa televisivo sobre el padre Maciel, la pareja de perio­distas recibió “toda cantidad de menta­das de madre”, aunque también de feli­citaciones. “Hubo quienes reconocieron la importancia de abordar este tema en televisión abierta. Pero también hubo personas que nos dijeron que éramos enemigos de la Iglesia y de la religión, cuando el propósito de esa transmisión estaba lejos de dicha afirmación”.

  

Después de su salida de Imagen, Car­men y Javier ingresaron a Televisa Radio. Luego comenzaron a transmitir por las noches Noticias Canal 52 por Multivisión. Fue hace poco, al término de la transmisión del 4 de marzo de ese noticiero cuando, tras 16 años de trabajar juntos, ambos con­ductores anunciaron su separación. “Fue una decisión complicada. Incluso ahora no estoy muy dispuesta a conversarlo con amplitud. Diría que fue la necesidad de la reinvención, de establecer otros espacios de desarrollo profesional y personal”.

  

Los retos

En la actualidad las actividades de Car­men empiezan a las cinco de la mañana, a la hora en que se levanta –“aunque a veces me cuesta trabajo”– para ir a su noticiero en W Radio, de las 6 a las 10 de la mañana. Durante el resto del día efectúa varias ac­tividades. Sin embargo, entre sus priorida­des está convivir con su hijo Emilio.

  

Además de colaborar con un artículo quincenal para el periódico Reforma, des­de hace algunos meses Carmen conduce un programa de entrevistas y análisis para CNN en Español, de 22 a 22:30. Su reto es “consolidar este nuevo espacio, el cual es una fórmula distinta y un mundo nue­vo para mí, porque me incorporé a un monstruo noticioso, el líder mundial de noticias; si ocurre algo, ahí se encuentra. Es una gran satisfacción que en CNN ha­yan pensado que yo podría tener el perfil para conducir un programa sobre Méxi­co, transmitido desde nuestro país para un público local, pero fundamentalmente para gente que vive en Estados Unidos”.

 


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